martes, 3 de enero de 2012

Las voces del Campello

No pasar ni alimentar a los artistas...
Cuando Tano León me llamó y me dijo de participar en este invento, todo fueron dudas. El plan era que unas personas de El Campello que cantan temas de lo más variopinto (My funny valentine, Soy Rebelde, Viva el pasodoble...) se dejasen acompañar con nosotros. Y además, Tano me quería al piano. Yo no lo veía nada claro...

No me podía escapar.
Al principio quedé en que tocaría la guitarra, y Marcos Sagarribay, el guitarrista, el piano. Pero era un despropósito, era una oportunidad para quitarme las telarañas y convertirme en un pianista; o para sufrir un estrepitoso fracaso y retirarme de las teclas para los restos.

Ensayando.  
Al final pudo el sentido común y me quedé sentadito que es como más cómodo se está. Hacer los arreglos, conseguir partituras, descifrar temas raros... no me imaginaba que "El universo sobre mí" de Amaral pudiese ser tan... tan... irregular. Pero lo peor fue intentar conseguir que los pasodobles sonaran a pasodoble... con un piano, guitarra de jazz, bajo, saxo y batería.

La partitura es de "Viva el pasodoble"
El contexto tampoco ayudaba tanto. Yo que soy músico de lumpen, de antro, me iba a meter en un teatro con cuatrocientos pares de ojos y alguna oreja menos entre el público. Hubo varios sonotones, eso seguro. Nunca había tocado en un teatro de esas dimensiones (ni de ningunas) desde los conciertos de fin de curso del conservatorio (año... ¿99?) Así que el reto era macanudo.

Vacío impresiona menos.
Sin embargo, hice como se tiene que hacer: me enfrenté, no sin pasar miedito, y la cosa salió por un lado. Podía haber ido mejor, claro. Podríamos haber ensayado más. El hecho de acompañar a cantantes que no conoces es todo un arte, y por más que alguien nos avisó de los problemas que podrían aparecer, siempre había una canción en el tono incorrecto o una frase que no cuadraba con la música... pero esto son gajes del oficio, y la idea también era aprender.

En el ajo.
El concierto salió francamente, que diría aquel, y pa lo que podía haber sido, no nos hicimos casi daño. El caso es que parece que gustó y es muy probable que se repita, incluso que se exporte. A mí no me molestaría lo más mínimo.

El calvete del piano soy yo.
En fin, una experiencia fantástica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario