domingo, 10 de julio de 2011

Londres

Casi siempre se cumple que uno no se pone a escribir "como quien hace los deberes". A menudo las músicas o las historias te abordan por su cuenta, y es responsabilidad de quien las escribirá estar atento a lo que dicen y canalizarlo. Londres fue un buen ejemplo de esto.

Aquel día me dije: "vamos a escribir", y me senté delante del ordenador, guitarra en el regazo, bic cristal en mano y probablemente en calzoncillos. Dí montones de vueltas, pensé mucho, me acosté en el suelo y si no grité fue porque se hacía demasiado tarde. Y venga a fumar. Las dos... las tres...

A las cuatro, la cerveza ya había cumplido su ciclo vital, y fui a darle explicaciones. Al volver a la habitación, estaba llena del humo de un paquete entero de tabaco. Me dije: "esta habitación parece Londres, con esta niebla"...


La habitación parece Londres
y tus besos Estambul:
son la frontera entre el orden
y lo que eres tú

cuando te acercas

me convierto en Venecia,
sumergido bajo el mar;
si te fijas, se aprecia
mi sangre brotar

por mis venas

corre el mismo fluido
que por el río Sena.
Hace mucho más frío
que en invierno en Viena.
Hace mucho más frío
que el frío que hace
cuando te espero y no llegas.

La habitación parece Londres,
tus pechos, favelas de Brasil
tan lejanas que es más fácil
entrar que salir

de tu cuerpo

que no es más que un pequeño mapa
de la ciudad de Marrakech
en la que si no me acompañas
me voy a perder

por tu cuerpo

corre el mismo fluído...

Estoy particularmente orgulloso del efecto de esos versos sueltos, que son a la vez último de la estrofa anterior y primero de la siguiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario